jueves, 15 de septiembre de 2011

CAMBIO DE DIRECCIÓN

MIS ESTIMADOS LECTORES, SI QUIERES CONOCER LOS CUENTOS BAJO LA GARÚA QUE HE ESCRITO DESDE SIEMPRE, HE CAMBIADO DE DIRECCIÓN, AHORA PUEDES ENCONTRARME EN

http://cuentosbajolagarua.blogspot.com

En este blog podrás encontrar los cuentos que esperabas leer.NUEVA DIRECCIÓN

jueves, 1 de septiembre de 2011

ENFRENTANDO LA AGORAFOBIA


Hola, estimados amigos que se dan la molestia de entrar en este blog.

Quiero hacer la presentación de mi nuevo libro llamado "Enfrentando la agorafobia". Es un libro de autoayuda para poder sobrellevar este trastorno que puede causar muchas incomodidades más que dolores.

Las sensaciones desagradables de la agorafobia son realmente desesperantes, y yo, como ex agorafóbico, he escrito todos los síntomas y momentos desagradables que me ha tocado vivir como los ataques de pánico, la crisis de ansiedad, la sensación de irrealidad entre otras.

"Enfrentando la agorafobia" es un libro en donde narro mi experiencia personal y escribo a modo de consejos las actitudes y recomendaciones que me hicieron los doctores que me analizaron, además de escribir los propios descubrimientos que pude hacer por mí mismo y los descubrimientos de algunos amigos agorafóbicos que he conocido a través de este terrible trastorno.

Puedes adquirir este libro en formato PDF al precio de $6.90. Sólo tienes que dejarme tu correo electrónico en los comentarios y te enviaré la factura, una vez pagada te enviaré el ebook a través de correo electrónico. La factura será enviada vía Paypal. Próximamente abriré una página web para la venta exclusiva de este ebook en la que podrán encontrar información adicional con respecto a la agorafobia.

Pueden además visitar mi nuevo blog en donde hablo sobre este tema que nos está tocando vivir:

http://enfrentandolaagorafobia.blogspot.com/

David J. Díaz.

martes, 30 de agosto de 2011

Cuentos en Medio de la Garua, ebook.



Qué tal, mis estimados lectores.

Hoy tengo el agrado de presentar mi nuevo libro “Cuentos en Medio de la Garúa”. Lo pueden encontrar en “AMAZON” a 3 dólares, en “lulu.com” a 3 euros y pueden solicitármelo a través de este blog a 2 dólares vía PAYPAL. Si desean el ebook sólo solicítenmelo abajo en donde están los comentarios, déjenme su e-mail y les enviaré un mail a través de PAYPAL para que puedan pagar con su tarjeta de crédito o débito o con su cuenta de PAYPAL.

En este libro tengo una colección de cuentos que he escrito a través de los años y se nota una evolución en la manera de escribir.

El libro narra una serie de historias urbanas, en donde podemos encontrar temas relacionados con la riqueza, la pobreza, los valores, la sexualidad, la ignorancia y las consecuencias que conlleva esto, entre otros.

Es recomendado para jóvenes y adolescentes que recién inician el fabuloso mundo de la lectura y para los que ya están encaminados en este maravilloso camino, también.
El libro tiene un toque de humor que lo hace entretenido. El drama también está presente y bien marcado por la tragedia que puede sucederle a cualquier persona. Además, llama a la reflexión sobre algunos temas sociales con los cuales nos encontramos a diario.

Para que sepan más o menos de qué se trata, abajo les he dejado un cuento que está escrito en este libro. El cuento es “Reflexión sobre la lealtad” y pueden leerlo sin algún compromiso.

Muchas gracias por darse la molestia de leer este post y repito. Pueden comprarlo a través de esta misma página web con tan sólo solicitarlo, al comprensible y módico precio de $2.00 (dos dólares) (El Ebook será enviado en formado PDF)

Léanlo.

lunes, 10 de enero de 2011

El Abigeo Apacible

Eres el instante que hizo eterna la noche,
El abigeo apacible, ladrón de mis pensamientos
Que ocultándose en la lobreguez tomó por asalto mi cabildo.

Eres una imagen dulce que se ha quedado grabada en mis dinteles
Ni la arena, ni el polvo, ni los otros segmentos de tiempo pueden borrarte.
Ni el agua, ni el vacío ni un poco de vino tinto servido hasta casi llenar la copa pueden,
Muy por el contrario, por raro que parezca,
Ese mismo vino, su dulzura, su pureza, su aroma a vid
Más que atraer al olvido me hacen recordarte.

Eres la ignota forastera que de pronto apareció un día.
La señorita que De la nada aparece y en la nada desaparece
Y que por momentos piensa que su andar por la vida no deja rastro.

Eres ese pedazo de vida que me falta por las noches.
Eres ese rayo de luz, eres ese pizca de sal,
Ese lapso de tiempo, ese espacio de fantasía
Que los grandes necesitan.

Eres esa pieza de ti misma que falta en el rompecabezas
Eres esa voz dulce que no escucho pero que sé cómo se oye.
Eres esa sonrisa tierna que no veo pero que sé que existe
Eres esa mirada mágica que sin conocerla sé que hace magia
Eres ese cabello negro que resalta tu belleza externa
Eres ese sentimiento interno, que por algún motivo, yo siento.
Eres la idea que me falta para terminar mis frases.


David J. Díaz.

miércoles, 25 de agosto de 2010

La Despedida del Hombre Sensato

(Este es un poema que escribí, si mal no recuerdo, en el año 2004, es de un poemario que quizás nunca publicaré. Fue en mis tiempo en donde me gustaba escribir en versos, ahora no escribo en versos, pero me gusta recordar cómo escribía antes. Aquí lo titulo como: "La Despedida del Hombre Sensato", aunque en el poemario original se llamaba simplemente: "XXX", porque era el último de los treinta poemas. También pueden encontrarlo en mi otro blog: cuentosenmediodelagarua.blogspot.com)

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Qué más quieres que yo haga por mi parte
Si en desprecio, hoy, tu amor se ha convertido.
Yo pensé por mucho tiempo más amarte
Más que a todo, sólo a ti había querido.

Mas ahora dudo mucho que al mirarte
Sienta cosas que antes yo había sentido
Porque noto que tu amor es muy cobarde
Y no cumple lo que había prometido.

Qué más quieres que yo haga si estoy solo
Si es que siento que de mí te has olvidado.
Pareciera que unos días lo soy todo
Y otros días no soy más que simple barro.

Tú me tratas siempre de este mismo modo
Y me duele, pero nunca digo cuánto.
Yo no sé si por querer hacerme el loco
O quizás por no querer caer en llanto.

Qué más quieres que yo haga si no quiero
Nuevamente parecer aquél idiota
Que servía por momentos de consuelo
Y que luego era siempre cualquier cosa.

Es muy grande la tristeza que yo tengo
Casi, casi, ya mi alma no soporta.
¿Qué más quieres? ¿Qué termine yo este juego?
O tal vez, ¿Qué se vuelva mi alma loca?

Yo quería ser el dueño de tu cuerpo.
No quería ser, jamás! El olvidado.
Pero tengo que aceptar aunque no quiero
Que esta noche nuestro amor se ha terminado.

David J. Díaz.

domingo, 27 de junio de 2010

Reflexión Sobre la Lealtad

(Este relato lo escribí una madrugada tardía y aprendí lo importante que es no dejar algunas cosas importantes en la vida para después. Unos días, unas horas, unos minutos pueden cambiar toda la historia )

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Capitán yacía triste, olvidado, consumido en un rincón de la casa por la soledad y las pulgas. Nunca había tenido tantas pulgas el perro como ahora. Nos daba nauseas, asco, ninguno de nosotros quería acercarse a él para si quiera ofrecerle un poco de agua. Sólo mi hermano Jimmy, que al parecer era quien más quería al perro, sentía tanta compasión de él que se le acercaba a darle un poco de comida y agua, sin importarle que las pulgas salten hacia a él y sea, en parte, consumido por el mismo problema que el can tenía. Lamentablemente Jimmy no estaba todo el día. El trabajo le quitaba mucho tiempo y sólo podía darse unos minutos en la noche para estar con el perro, pero seguramente que a Capitán esos pocos minutos de atención que recibía le eran suficiente para sentir un poco de calor y continuar viviendo.

Un día Capitán parecía recuperarse. Sus ojos ya no estaban amarillos y hasta intentaba caminar un poco. Aun así no podíamos evitar tener algo de distancia con él porque en fin, en la casa habían bebés así que él debía estar en un lugar lejano, arrinconado.

Más de una vez conversamos sobre llevar al perro al veterinario. De hecho lo hicimos una vez, si mal no recuerdo, compramos las pastillas, se las dimos con un poco de pesar para nosotros, y quizás por eso es que ya intentaba pararse. En sus ojos podía verse una luz de vida que me llamó la atención y me hizo dar cuenta que no éramos humanos con el animal que tantas alegrías, y sí, muchas cóleras también, nos había entregado.

Recordé que él estaba echado al costado de mi cama cuando estaba enfermo. Había sido mi doctor cuando yo me sentía mal y él nunca me dejó. Inclusive a veces hasta quería subirse a la cama para estar conmigo, y en ocasiones lo conseguía. En fin, a él nunca le importó contagiarse de nada. Sólo le importaba hacer sentir bien al enfermo. Y es probable que por ese recuerdo fue que me acerqué esa noche a él sin tener miedo de las pulgas para que sienta que no está solo, así como lo había hecho él conmigo anteriormente. Quedé realmente conmovido cuando noté en su mirada, ya no amarilla, esa luz de vida de la cual les comenté y fue entonces que me dí cuenta que un bulto en su manta empezaba a dejarse ver una y otra vez; era su cola.

Recién ahora que lo recuerdo siento una nostalgia y una pena terrible. Quizás en ese momento no sentí nada porque soy alguien muy frío y porque en fin, el perro iba a salvarse, ya daba señales claras de vida. Pero sólo en este momento, cuando me pongo a pensar en esto, dan hasta ganas de llorar porque a pesar de lo mal que lo tratamos, con el desprecio, con el asco, con la burla en ocasiones y lo poco humanos que fuimos con él, Capitán, mi mascota, me movió la cola al ver que me acerqué a él sin importarle que los demás y yo no hicimos nada en el peor momento de su vida, él era feliz, podía verlo en el brillo de sus ojos y en su menear de cola. Yo sólo atiné a sonreír un poco.

Es en momentos como estos en donde empiezo a darme cuenta lo leal que fue él conmigo. No le importó que lo haya despreciado, que lo haya tratado mal, con asco, como si fuera una basura repugnante, no… no le importó. Él fue más leal conmigo de lo que fui yo con él. Capitán me ha enseñado una lección de vida de la cual nunca me voy a olvidar y es quizá que por eso hasta ahora no me he podido olvidar de él. Su lealtad me conmovió.

Esa noche me dio tanta alegría ese gesto que tuvo conmigo que me propuse que, a partir del día siguiente, yo mismo iría a bañarlo, le quitaría las pulgas y garrapatas aunque me piquen a mí. Si hubiera sido necesario me pasaría todo el día hasta que él quede completamente limpio y así sí pueda sentirme orgulloso de mí mismo por algo tan simple como es que mi perro me mueva la cola. Recién allí podría sentirme bien y perdonado por lo mal que lo traté días antes.

Recuerdo que me fui a acostar contento por esta idea que tenía en mente. Lo estaba preparando todo. Me gastaría los pocos ahorros que entonces tenía para comprarle lo necesario a Capitán para que esté muy limpio y sano, aunque después, mojado aún, sé que se tiraría en la tierra. A Capitán no le agradaba mucho estar limpio.

A la mañana siguiente desperté para hacer todo lo que me propuse. Bajé, recuerdo que fui el primero en despertarse, era domingo, creo, y ví a Capitán echado en el mismo rincón alejado del resto de la familia como siempre. Me acerqué a él para acariciarlo, y antes de llegar a él podía ver en su pelo blanco muchos puntos negros que se alejaban de él. Las pulgas ya no podían habitar ese cuerpo frío, seco, sin vida… Sentí las moscas rodeando su cabeza y esos ojos que una noche antes ví con tanta vida, hoy estaban grises y secándose. Mi perro había dejado de existir.

Sentí un nudo en la garganta en ese momento. En mi corazón tenía una sensación rara que no podía describir, pero era relacionado al dolor de haber perdido a alguien querido. Sólo subí a echarme nuevamente.

Fue raro. Tuve esa sensación durante un tiempo, hasta que salí y me distraje. Regresé a dormir, ni siquiera pregunté sobre Capitán. Pero sí noté que se habían dado cuenta de que había muerto, pero esto parecía al resto no importarles mucho y hasta estaban enojados porque no sabían que hacer con el cadáver.

Subiendo a mi habitación sentí nuevamente este nudo en la garganta. Cuando me disponía a dormir recordé a Capitán y a todo lo que iba a hacer hoy con él. Me llené de tristeza y me puse a llorar porque nunca sabré si él entendió que todo el día estaría con él. Yo pienso que no, porque sino hubiera hecho un intento más por vivir. Creo que al despedirme de él, dejó de mover la cola. Y me parece que lo último que vio en vida, fue cómo le daba la espalda y lo dejaba solo en medio de la oscuridad porque apagué la luz. Una oscuridad horrible porque en ese rincón de la casa no se ve nada. Quizá la misma oscuridad que ve él ahora. Me puse a pensar y me di cuenta que tal vez él ya conocía la muerte estando vivo cada vez que apagábamos la luz en la noche dándole la espalda y dejándolo solo. Nosotros le enseñamos la muerte antes de tiempo y quizás mi espalda fue lo último que vio.

Esa noche, entre lágrimas, me puse a pensar en todo lo mal que tratamos a Capitán los últimos días antes de su muerte, en su agonía… y terminé por destruir mi alma y corazón al pensar que sé que a pesar de todo lo que le hicimos vivir los últimos días, si él estuviera vivo ahora, todavía nos miraría contento con esa luz en los ojos y movería su cola feliz por vernos.


David J. Díaz.

jueves, 10 de junio de 2010

Rostro Angelical


(Este es un cuento que escribí hace unos cinco años en uno de mis momentos libres que estaba en la escuela en mi adolescencia, y quiero compartirlo con ustedes).

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Muy despacio ella fue desabotonando su blusa blanca. Cada vez se podía apreciar mejor sus senos claros, casi tan blancos como la blusa que llevaba puesta.

Antonella me miraba fijamente a los ojos al igual que yo a ella, aunque por momentos, me quedaba observando toda su figura femenina. Entonces, ella llegó hasta el último botón y lo sacó con mucha lentitud por el ojal. Yo continuaba recostado en la cama con los brazos cruzados y quietos, sin embargo, dentro de mí el fuego quería salirse por mis ojos. Yo sabía que en algún momento desataría toda esta pasión con ella, así que me dediqué a esperar.

Ella se acercó a mí con la blusa puesta pero desabotonada. Gateó desde el pie de la cama hasta llegar muy cerca de mi cabeza, colocó su rostro frente a mi rostro, nos miramos y me perdí en sus ojos azules. Su mano derecha jaló el nudo de mi corbata (mis brazos ya no estaban cruzados). Posteriormente Antonella empezó a desabotonar mi camisa oscura, metió su mano por el hoyo que hizo en la camisa y la colocó en mi pecho, luego la movió con suavidad.

Yo acariciaba sus cabellos rubios mientras la besaba. Ambos, besándonos, nos arrodillamos en la cama y nos empezamos a desvestir. Después que Antonella me quitara el BBD, yo, por su espalda empecé a desengancharle el sujetador; y con mi boca, bajé los tirantes del mismo, hasta que éste cayó sobre la cama. De reojo miraba sus senos, la deseaba tanto…, mis manos la acariciaron muy suave y muy débil. Mis labios bajaron por su cuello. Podía escuchar los gemidos que ella hacía producido por la excitación que nos envolvía a los dos y del cual no podíamos salir.

Hubo un momento en el que nos quedamos mirando, frente a frente. Entonces, con nuestras respiraciones agitadas, yo empecé a acariciar sus senos con mis manos, y los miraba. Eran preciosos. Los rodeé con mis manos en forma circular, ella parecía estar más excitada. De pronto la cogí de la cintura, y poco a poco, con lentitud y mirándonos, la recosté en la cama y todo empezó de nuevo.

Fui acariciando sus piernas que estaban cubiertas por un pantalón de tela negra. Mi mano derecha se deslizó por su muslo, fue subiendo hasta llegar a donde se encuentran los dos lados del pantalón. Con esa misma mano lo desaté y lo fui bajando hasta quitárselo por completo.

Antonella y yo quedamos envueltos entre los cobertores, ambos estábamos desnudos, yo sobre ella, besándola y acariciándola; haciendo el amor. Decidí apagar la luz de la lámpara. Ella estaba quejándose de satisfacción con su boca abierta y los ojos cerrados. Despeinada se veía estupenda. Fue mía toda la noche.

Recuerdo cuando la conocí. Ella era una amiga de Jorge, pero no sé porqué él no me la recomendaba. Él me la presentó en una reunión que hubo hace tres semanas en la casa de Cecilia, mi prima. Asistí a otra fiesta con ella una semana después en donde la presenté como mi novia, muchos que la conocían no podían evitar sonreír, no entendía porqué. Otros, sin embargo, me felicitaban.

Antonella me había dicho que tenía planes de irse a Inglaterra de acá a un tiempo, y que si yo iba con ella se iba a poner muy contenta, yo me animé pero finalmente le dije que no podía porque aquí yo tenía que manejar mi empresa de envolturas.

Todo lo que estoy contando desde un comienzo sucedió a la tercera semana. Ella y yo decidimos hacer el amor, sin obligaciones, sin nada, sólo con las ganas de pasar un buen momento del cual nunca tendremos olvido.

No logro recordar cuánto tiempo hicimos el amor esa noche Sólo sé que no voy a olvidar ese momento en el que nuestros cuerpos se confundieron en la oscuridad. Después de un largo rato haciendo el amor ella se quedó dormida. Yo la abrazaba. Antonella tenía un rostro angelical, limpio y nariz respingada, era realmente hermosa. Luego de todo ese ataque de locura que tuvimos, me llenó de mucha ternura su forma de dormir, parecía una niña encantadora salida de un cuento de hadas. Preciosa, en verdad. Poco después de admirar su rostro dulce y tierno, me dormí también.

Cuando desperté me di cuenta que la muy perra se había ido llevándose mi billetera llena de dinero, y tres días después, me enteré que se fue a Inglaterra con un tipo llamado Romel.

Pero ¿saben?, ahora que han pasado tantos años de esa noche y que se me ha pasado también la rabia de todo el dinero que perdí ese día, me pongo a pensar ya más tranquilo y a recordar lo que pasó a esa noche… y en verdad creo que yo hubiera pagado mucho más de lo que perdí en esa ocasión, realmente que valía la pena.

David J. Díaz.