lunes, 10 de enero de 2011

El Abigeo Apacible

Eres el instante que hizo eterna la noche,
El abigeo apacible, ladrón de mis pensamientos
Que ocultándose en la lobreguez tomó por asalto mi cabildo.

Eres una imagen dulce que se ha quedado grabada en mis dinteles
Ni la arena, ni el polvo, ni los otros segmentos de tiempo pueden borrarte.
Ni el agua, ni el vacío ni un poco de vino tinto servido hasta casi llenar la copa pueden,
Muy por el contrario, por raro que parezca,
Ese mismo vino, su dulzura, su pureza, su aroma a vid
Más que atraer al olvido me hacen recordarte.

Eres la ignota forastera que de pronto apareció un día.
La señorita que De la nada aparece y en la nada desaparece
Y que por momentos piensa que su andar por la vida no deja rastro.

Eres ese pedazo de vida que me falta por las noches.
Eres ese rayo de luz, eres ese pizca de sal,
Ese lapso de tiempo, ese espacio de fantasía
Que los grandes necesitan.

Eres esa pieza de ti misma que falta en el rompecabezas
Eres esa voz dulce que no escucho pero que sé cómo se oye.
Eres esa sonrisa tierna que no veo pero que sé que existe
Eres esa mirada mágica que sin conocerla sé que hace magia
Eres ese cabello negro que resalta tu belleza externa
Eres ese sentimiento interno, que por algún motivo, yo siento.
Eres la idea que me falta para terminar mis frases.


David J. Díaz.